06-09-2024, 12:01 AM
Ahora que ya todo pasó y estamos acomodados en la tranquilidad del hogar, cojo el teclado por banda para relatar mi experiencia en esta 12+1 Zephyrada. Y lo haré a mi estilo, es decir, mucho texto, pocas fotos.
Escribo 12+1 y no por motivo baladí. Para mi esta zephyrada es la número 13 con todas las letras y números.
En primer lugar, quiero agradecer a la organización todo el trabajo que habéis realizado, ha sido un evento super currado, con todas complicaciones que ello conlleva, y que solo los que lo organizan saben lo que hay detrás.
En segundo lugar (pero no por ello menos importante) quiero agradecer a mis compañeiros galegos su paciencia, disposición, solidaridad… Sabe Dios que son unas personas espectaculares, que estuvieron al pie del cañón en cada momento, ayudándonos entre nosotros para hacer frente a las visicitudes del camino, que no han sido pocas. Por eso, Breixo, Chema, Jose y Julio, muchas gracias por estar siempre ahí. Ha sido un placer haber compartido este viaje con vosotros.
El número 13 apareció puntual el miércoles por la noche, se escondía tras un mensaje de Jose donde me decía que su zephyr había fallado y no estaría lista para asistir a la zephyrada. Todos esperamos con impaciencia el día de la zephyrada, organizamos con paciencia la ruta, los lugares por donde pernoctar, donde comer…pero sobre todo preparamos a nuestras máquinas para que estén perfectamente a punto para el evento, por eso sé lo mal que lo tuvo que pasar Jose cuando el día antes de partir su zephyr dijo que no quería acompañarlo. Primer contratiempo, y primera solución. Habiendo más motos, un compañero no se iba a quedar tirado. Así que organizamos para que al día siguiente saliésemos cara Prades mi Zephyr 750 y mi BMW F800 con Jose a los mandos.
El jueves por la mañana a eso de las 9.40 salimos desde mi aldea, a unos 20 km de Ourense para reunirnos con Breixo y Julio, que nos esperaban en Monforte de Lemos. La emoción de la partida duró poco, cuando llevábamos 10 km de ruta mi zephyr comenzó a fallar, daba tirones, no pasaba de 100 km/h ni acelerando a fondo. Como íbamos justos de tiempo y nos esperaban los compañeros en Monforte, decidí tirar y no preocupar a Jose.
Ya en Monforte, abrazos y buen rollo, pero yo estaba preocupado por la moto, no iba bien y nos quedaban casi 1000 km por delante. Aplicando la máxima de que cuando hay problemas, investigues que es lo último que has toqueteado y seguramente eso sea lo haya fallado, pensé que un filtro de gasolina externo que había montado el día anterior a partir podría tener la culpa. 2 horas perdidas en Monforte para encontrar un filtro nuevo, filtro instalado, seguimos ruta. La moto seguía yendo mal, decidimos parar y revisar de nuevo que podía ir mal. Habíamos recorrido 60 km y la moto había consumido casi un depósito de carburante. Primera proposición de retirada. Les digo a mis compañeros que sigan ellos, que yo me vuelvo a casa para intentar arreglar la moto. No me lo permiten.
Finalmente, después de darle mil vueltas a alguien se le ocurre que miremos a ver como está el filtro de aire. Sorpresa y el número 13 una vez más. Resulta que la moto se había tragado un trozo de plástico de burbujas y este era el causante de todos los problemas (o eso creíamos). Seguimos camino, Prades estaba un poco más cerca.
A la altura de Puebla de Sanabria un sudor frío volvió a recorrer mi espinazo, después de rebasar a un camión la zephyr volvió a ratear y a quedarse sin fuerza. Ya no quedaba el comodín del objeto extraño dentro del filtro de aire, el número 13 volvió a sobrevolarnos de nuevo.
Chema había salido desde Zamora y contábamos con juntarnos a la hora de comer, pero el tiempo perdido tratando de reparar la zephyr echó por tierra nuestros planes, postergando nuestro encuentro hasta la noche en la localidad de Villaciervos, en Soria.
El día se tornó caluroso, el verano nos abrazó en Benavente con sus buenos 30ºC y nos animó a seguir camino, atravesando la meseta.
El camino que te lleva a la zephyrada es algo mucho más profundo, te conecta con la tierra, te permite ser espectador privilegiado de los cambios que ocurren en nuestra piel de toro, vidas que quedan atrás mientras el progreso sigue el camino en las ciudades, el abandono y la tristeza es algo común en los pueblos de la meseta, casas cerradas para siempre, negocios que nunca más abrirán sus puertas, colegios sin niños y abandonados, granjas que nunca más tendrán animales, restaurantes tragando polvo al lado de una carretera por la que ya no pasa c nadie, señores mayores que ven sus últimos días pasar y cuya visión de 4 motos representa un oasis en la monotonía de sus días..
Un pequeño error de navegación nos retrasó 40 minutos cuando la noche se nos echaba encima, obligándonos a hacer los últimos km en completa oscuridad. Cuando faltaban unos 50 km para llegar, mi zephyr volvió a fallar de nuevo, 165 km y salta la reserva, no me entra en la cabeza…el número 13 de nuevo..grifo en pri, puesta en marcha por varios segundos, moto que arranca, grifo en reserva y arrancar de nuevo para recorrer los 50 km más largos de mi vida.
A las 00.00 de la noche arribamos al hotel de Villaciervos, Chema nos recibió con honores, y los bocadillos de tortilla y la cerveza fría nos supieron a gloria después de un día intenso en moto.
Viernes, desayuno castellano en el hotel, nos quedaban por delante unos (teóricamente) asequibles 350 km hasta Prades. Decidimos que pasar por Belchite es una visita obligada. No importa que pienses o lo que sientas, detrás de aquello está nuestra historia, algo para reflexionar en estos días inciertos en una Europa que habla ingenuamente del fantasma de la guerra.
La atmósfera de Belchite te envuelve desde varios quilómetros atrás, carreteras llenas de baches, pueblos derruidos por el tiempo y la falta de oportunidades, grandes bodegas que jamás producirán mistelas de la tierra. El paisaje es desolador, árido, sin árboles, parece que hasta la naturaleza confabula para dar la espalda a este lugar.
Ya en Belchite, después de la visita a las ruinas que te envuelven con esa atmósfera densa que te invita a reflexionar sobre lo privilegiados que somos, y lo desafortunados que fueron otros en un tiempo no muy lejano, llega el momento de partir, las ganas de largarte de allí, de poner tierra de por medio…hasta que el 13, de nuevo.
Doy contacto, pulso el botón de arranque, pero no ocurre nada, el motor de arranque no se mueve. Miles de cosas pasan por mi cabeza, justo ahí, en ese sitio. No me lo puedo creer. Empujón, y la moto arranca, pero mi preocupación es por cuanto tiempo va a funcionar. Decidimos comer allí, productos de la tierra, y después tratamos de arreglar la moto, sin éxito. A partir de ahora la moto deberá arrancarse a empujón.
Después de comer dejamos atrás aquel pueblo, ponemos carretera de por medio, largas rectas, tractores levantando polvo, baches y más baches… Nuestra ruta sigue, Julio mata un pájaro con el pecho, llegamos Caspe, la carretera nos desvía con destino a Maquienza, buenas curvas, buen asfalto, cae la tarde…Cuando el parcial toca los 180 km pongo el grifo en posición RES, y como si ese fuese el código de llamada, el número 13 vuelve de nuevo. La moto empieza a fallar de nuevo. 100Km/h, 80 Km/h..60 Km/h, soy incapaz de mantener la velocidad, poco a poco se viene abajo. Mi frustración y desesperación me hacen estallar, maldigo al cielo, a la zephyr a los fantasmas de la fábrica de Akahi y a la madre que los parió. Hasta aquí llegaba la zephyrada para mi moto.
Me planteo de nuevo abandonar, enviar la zephyr a casa y yo largarme con ella, ya no tengo ánimos, ni ganas.. Pero el destino quería darle una vuelta a todo, y el seguro de mi moto quiso que la repatriación de la misma no fuera posible (Compañeros, importante leer muy bien la letra pequeña!!) La solución pasaba por llevar la moto a un taller cercano e intentar arreglarla, algo ideal, un viernes a las 19.40 de la tarde que fue cuando la moto llegó al taller. En este punto del viaje decidimos que Jose y yo nos quedaríamos e iríamos al taller mientras que Breixo, Chema y Julio continuasen viaje para poder llegar a Prades.
El panorama antes de llegar al taller no era para nada halagüeño, el mecánico por teléfono comentaba que hasta el martes no podría mirarla, aún así decidimos acercarnos para ver que se podía hacer.
Bajamos la moto de la grúa, la metimos en taller, el mecánico conectó el arrancador y dio un toque al arranque, el motor despertó a la primera con su inconfundible rugido. Serían los fantasmas de Akashi, pero en ese preciso instante al mecánico le cambió la cara, sabía que quería arreglar esa moto, que quería devolverla a la vida. Nos pusimos manos a la obra para localizar el fallo. Primer culpable, el conector del alternador. Las 20.00 hora de cerrar, de dejar la zephyr allí y nosotros de continuar camino a Prades. Convenimos con el mecánico pasarnos al día siguiente para tratar de arreglar la moto. Quedaban 100 km y 2 horas de camino..
Nuestro amigo Google Maps decidió que la ruta ideal para llegar a Prades era aquella que más curvas tenía. Lo ideal para viajar dos personas en moto y de noche. Los últimos 10 km resultaron insoportables, de noche, con frío, curvas cerradas, sin poder ver si pisábamos asfalto limpio o arena…
Por fin, a las tantas de la noche, conseguimos llegar al camping de Prades. No tengo palabras para expresar el recibimiento que nos disteis. Estas son el tipo de cosas por las que uno está orgulloso de pertenecer a este “club” estas son las cosas por las que todo merece la pena, que te hacen sentir un privilegiado y que te recuerdan que formas parte de algo especial, único. Gracias compañeros! Calurosa acogida, la mesa preparada esperándonos. Esto es la felicidad!
Noche de reencuentros, de nuevos compañer@s, de batallitas…zephyrada en estado puro.
Al día siguiente desayuno, tristeza por no poder asistir a la ruta..
Nos esperaba otra vez el viaje de vuelta a Caspe para ir al taller y tratar de arreglar la máquina.
En el taller, el mecánico ya había avanzado el trabajo, había cargado la batería y estaba comprobando el sistema eléctrico de la moto, y de repente…visita de nuevo, el número 13 ¿Quién si no? El problema estaba en la conexión del alternador, sí, pero no solo ahí. Resulta que el regulador estaba dañado, descargando la batería y por lo tanto evitando que pudiésemos llevarnos la moto. Nerviosismo, llamadas de teléfono infructuosas… la tienda de recambios que abre todos los sábados del año menos este justamente.. y la incertidumbre de no saber si nos podremos llevar la moto el lunes.
De nuevo nos pusimos en marcha hacia Prades, de nuevo la carretera de curvas (pero por otra ruta) de nuevo llegar tarde a la comida y de nuevo el recibimiento. Gracias!
Noche del sábado, cena con los amigos, más batallitas, la ceremonia de la entrega de premios, las fotos con el ranking de las zephyradas (nos hacemos mayores, joder!) Menos mal que el relevo asoma por la puerta!
Domingo, caras tristes, hora de partir, caminos que se separan, el 13 parece que poco a poco nos dice adiós y se pierde en el horizonte, visita exprés a Zaragoza, gracias Óskar!
Lunes, recogemos el regulador, camino de vuelta una vez más a Caspe, reparación de la moto (Al fin!) visita al circuito urbano de Alcañiz, lluvia en Sepúlveda, el número 13 que aparece de nuevo con fallos intermitentes de la zephyr y llegada por fin a Zamora para reunirnos con Chema de nuevo.
Al día siguiente el viaje fue más corto, y cubrimos una distancia que es bien conocida por nosotros (se repite en todas las zephyradas en las que salimos de Galicia por el Sur) La zephyr siguió dando fallos intermitentes de combustible. Nos despedimos de Chema en Xinzo de Limia, en el lugar donde hicimos la para de avituallamiento durante la Zephyrada de Muiños, Jose y yo volvimos a casa y poníamos fin a la aventura, porque cada zephyrada supone siempre una aventura.
Por cierto, el fallo intermitente de falta de combustible se lo achacho al filtro de gasolina que le instalamos a la moto, el filtro es de gran tamaño y deja siempre una gran bolsa de aire que provoca que la moto no tenga gasolina suficiente y comience a fallar. Lo ideal es instalar un filtro pequeño de papel con boca de 6mm (que el diámetro de salida del grifo de gasolina).
Escribo 12+1 y no por motivo baladí. Para mi esta zephyrada es la número 13 con todas las letras y números.
En primer lugar, quiero agradecer a la organización todo el trabajo que habéis realizado, ha sido un evento super currado, con todas complicaciones que ello conlleva, y que solo los que lo organizan saben lo que hay detrás.
En segundo lugar (pero no por ello menos importante) quiero agradecer a mis compañeiros galegos su paciencia, disposición, solidaridad… Sabe Dios que son unas personas espectaculares, que estuvieron al pie del cañón en cada momento, ayudándonos entre nosotros para hacer frente a las visicitudes del camino, que no han sido pocas. Por eso, Breixo, Chema, Jose y Julio, muchas gracias por estar siempre ahí. Ha sido un placer haber compartido este viaje con vosotros.
El número 13 apareció puntual el miércoles por la noche, se escondía tras un mensaje de Jose donde me decía que su zephyr había fallado y no estaría lista para asistir a la zephyrada. Todos esperamos con impaciencia el día de la zephyrada, organizamos con paciencia la ruta, los lugares por donde pernoctar, donde comer…pero sobre todo preparamos a nuestras máquinas para que estén perfectamente a punto para el evento, por eso sé lo mal que lo tuvo que pasar Jose cuando el día antes de partir su zephyr dijo que no quería acompañarlo. Primer contratiempo, y primera solución. Habiendo más motos, un compañero no se iba a quedar tirado. Así que organizamos para que al día siguiente saliésemos cara Prades mi Zephyr 750 y mi BMW F800 con Jose a los mandos.
El jueves por la mañana a eso de las 9.40 salimos desde mi aldea, a unos 20 km de Ourense para reunirnos con Breixo y Julio, que nos esperaban en Monforte de Lemos. La emoción de la partida duró poco, cuando llevábamos 10 km de ruta mi zephyr comenzó a fallar, daba tirones, no pasaba de 100 km/h ni acelerando a fondo. Como íbamos justos de tiempo y nos esperaban los compañeros en Monforte, decidí tirar y no preocupar a Jose.
Ya en Monforte, abrazos y buen rollo, pero yo estaba preocupado por la moto, no iba bien y nos quedaban casi 1000 km por delante. Aplicando la máxima de que cuando hay problemas, investigues que es lo último que has toqueteado y seguramente eso sea lo haya fallado, pensé que un filtro de gasolina externo que había montado el día anterior a partir podría tener la culpa. 2 horas perdidas en Monforte para encontrar un filtro nuevo, filtro instalado, seguimos ruta. La moto seguía yendo mal, decidimos parar y revisar de nuevo que podía ir mal. Habíamos recorrido 60 km y la moto había consumido casi un depósito de carburante. Primera proposición de retirada. Les digo a mis compañeros que sigan ellos, que yo me vuelvo a casa para intentar arreglar la moto. No me lo permiten.
Finalmente, después de darle mil vueltas a alguien se le ocurre que miremos a ver como está el filtro de aire. Sorpresa y el número 13 una vez más. Resulta que la moto se había tragado un trozo de plástico de burbujas y este era el causante de todos los problemas (o eso creíamos). Seguimos camino, Prades estaba un poco más cerca.
A la altura de Puebla de Sanabria un sudor frío volvió a recorrer mi espinazo, después de rebasar a un camión la zephyr volvió a ratear y a quedarse sin fuerza. Ya no quedaba el comodín del objeto extraño dentro del filtro de aire, el número 13 volvió a sobrevolarnos de nuevo.
Chema había salido desde Zamora y contábamos con juntarnos a la hora de comer, pero el tiempo perdido tratando de reparar la zephyr echó por tierra nuestros planes, postergando nuestro encuentro hasta la noche en la localidad de Villaciervos, en Soria.
El día se tornó caluroso, el verano nos abrazó en Benavente con sus buenos 30ºC y nos animó a seguir camino, atravesando la meseta.
El camino que te lleva a la zephyrada es algo mucho más profundo, te conecta con la tierra, te permite ser espectador privilegiado de los cambios que ocurren en nuestra piel de toro, vidas que quedan atrás mientras el progreso sigue el camino en las ciudades, el abandono y la tristeza es algo común en los pueblos de la meseta, casas cerradas para siempre, negocios que nunca más abrirán sus puertas, colegios sin niños y abandonados, granjas que nunca más tendrán animales, restaurantes tragando polvo al lado de una carretera por la que ya no pasa c nadie, señores mayores que ven sus últimos días pasar y cuya visión de 4 motos representa un oasis en la monotonía de sus días..
Un pequeño error de navegación nos retrasó 40 minutos cuando la noche se nos echaba encima, obligándonos a hacer los últimos km en completa oscuridad. Cuando faltaban unos 50 km para llegar, mi zephyr volvió a fallar de nuevo, 165 km y salta la reserva, no me entra en la cabeza…el número 13 de nuevo..grifo en pri, puesta en marcha por varios segundos, moto que arranca, grifo en reserva y arrancar de nuevo para recorrer los 50 km más largos de mi vida.
A las 00.00 de la noche arribamos al hotel de Villaciervos, Chema nos recibió con honores, y los bocadillos de tortilla y la cerveza fría nos supieron a gloria después de un día intenso en moto.
Viernes, desayuno castellano en el hotel, nos quedaban por delante unos (teóricamente) asequibles 350 km hasta Prades. Decidimos que pasar por Belchite es una visita obligada. No importa que pienses o lo que sientas, detrás de aquello está nuestra historia, algo para reflexionar en estos días inciertos en una Europa que habla ingenuamente del fantasma de la guerra.
La atmósfera de Belchite te envuelve desde varios quilómetros atrás, carreteras llenas de baches, pueblos derruidos por el tiempo y la falta de oportunidades, grandes bodegas que jamás producirán mistelas de la tierra. El paisaje es desolador, árido, sin árboles, parece que hasta la naturaleza confabula para dar la espalda a este lugar.
Ya en Belchite, después de la visita a las ruinas que te envuelven con esa atmósfera densa que te invita a reflexionar sobre lo privilegiados que somos, y lo desafortunados que fueron otros en un tiempo no muy lejano, llega el momento de partir, las ganas de largarte de allí, de poner tierra de por medio…hasta que el 13, de nuevo.
Doy contacto, pulso el botón de arranque, pero no ocurre nada, el motor de arranque no se mueve. Miles de cosas pasan por mi cabeza, justo ahí, en ese sitio. No me lo puedo creer. Empujón, y la moto arranca, pero mi preocupación es por cuanto tiempo va a funcionar. Decidimos comer allí, productos de la tierra, y después tratamos de arreglar la moto, sin éxito. A partir de ahora la moto deberá arrancarse a empujón.
Después de comer dejamos atrás aquel pueblo, ponemos carretera de por medio, largas rectas, tractores levantando polvo, baches y más baches… Nuestra ruta sigue, Julio mata un pájaro con el pecho, llegamos Caspe, la carretera nos desvía con destino a Maquienza, buenas curvas, buen asfalto, cae la tarde…Cuando el parcial toca los 180 km pongo el grifo en posición RES, y como si ese fuese el código de llamada, el número 13 vuelve de nuevo. La moto empieza a fallar de nuevo. 100Km/h, 80 Km/h..60 Km/h, soy incapaz de mantener la velocidad, poco a poco se viene abajo. Mi frustración y desesperación me hacen estallar, maldigo al cielo, a la zephyr a los fantasmas de la fábrica de Akahi y a la madre que los parió. Hasta aquí llegaba la zephyrada para mi moto.
Me planteo de nuevo abandonar, enviar la zephyr a casa y yo largarme con ella, ya no tengo ánimos, ni ganas.. Pero el destino quería darle una vuelta a todo, y el seguro de mi moto quiso que la repatriación de la misma no fuera posible (Compañeros, importante leer muy bien la letra pequeña!!) La solución pasaba por llevar la moto a un taller cercano e intentar arreglarla, algo ideal, un viernes a las 19.40 de la tarde que fue cuando la moto llegó al taller. En este punto del viaje decidimos que Jose y yo nos quedaríamos e iríamos al taller mientras que Breixo, Chema y Julio continuasen viaje para poder llegar a Prades.
El panorama antes de llegar al taller no era para nada halagüeño, el mecánico por teléfono comentaba que hasta el martes no podría mirarla, aún así decidimos acercarnos para ver que se podía hacer.
Bajamos la moto de la grúa, la metimos en taller, el mecánico conectó el arrancador y dio un toque al arranque, el motor despertó a la primera con su inconfundible rugido. Serían los fantasmas de Akashi, pero en ese preciso instante al mecánico le cambió la cara, sabía que quería arreglar esa moto, que quería devolverla a la vida. Nos pusimos manos a la obra para localizar el fallo. Primer culpable, el conector del alternador. Las 20.00 hora de cerrar, de dejar la zephyr allí y nosotros de continuar camino a Prades. Convenimos con el mecánico pasarnos al día siguiente para tratar de arreglar la moto. Quedaban 100 km y 2 horas de camino..
Nuestro amigo Google Maps decidió que la ruta ideal para llegar a Prades era aquella que más curvas tenía. Lo ideal para viajar dos personas en moto y de noche. Los últimos 10 km resultaron insoportables, de noche, con frío, curvas cerradas, sin poder ver si pisábamos asfalto limpio o arena…
Por fin, a las tantas de la noche, conseguimos llegar al camping de Prades. No tengo palabras para expresar el recibimiento que nos disteis. Estas son el tipo de cosas por las que uno está orgulloso de pertenecer a este “club” estas son las cosas por las que todo merece la pena, que te hacen sentir un privilegiado y que te recuerdan que formas parte de algo especial, único. Gracias compañeros! Calurosa acogida, la mesa preparada esperándonos. Esto es la felicidad!
Noche de reencuentros, de nuevos compañer@s, de batallitas…zephyrada en estado puro.
Al día siguiente desayuno, tristeza por no poder asistir a la ruta..
Nos esperaba otra vez el viaje de vuelta a Caspe para ir al taller y tratar de arreglar la máquina.
En el taller, el mecánico ya había avanzado el trabajo, había cargado la batería y estaba comprobando el sistema eléctrico de la moto, y de repente…visita de nuevo, el número 13 ¿Quién si no? El problema estaba en la conexión del alternador, sí, pero no solo ahí. Resulta que el regulador estaba dañado, descargando la batería y por lo tanto evitando que pudiésemos llevarnos la moto. Nerviosismo, llamadas de teléfono infructuosas… la tienda de recambios que abre todos los sábados del año menos este justamente.. y la incertidumbre de no saber si nos podremos llevar la moto el lunes.
De nuevo nos pusimos en marcha hacia Prades, de nuevo la carretera de curvas (pero por otra ruta) de nuevo llegar tarde a la comida y de nuevo el recibimiento. Gracias!
Noche del sábado, cena con los amigos, más batallitas, la ceremonia de la entrega de premios, las fotos con el ranking de las zephyradas (nos hacemos mayores, joder!) Menos mal que el relevo asoma por la puerta!
Domingo, caras tristes, hora de partir, caminos que se separan, el 13 parece que poco a poco nos dice adiós y se pierde en el horizonte, visita exprés a Zaragoza, gracias Óskar!
Lunes, recogemos el regulador, camino de vuelta una vez más a Caspe, reparación de la moto (Al fin!) visita al circuito urbano de Alcañiz, lluvia en Sepúlveda, el número 13 que aparece de nuevo con fallos intermitentes de la zephyr y llegada por fin a Zamora para reunirnos con Chema de nuevo.
Al día siguiente el viaje fue más corto, y cubrimos una distancia que es bien conocida por nosotros (se repite en todas las zephyradas en las que salimos de Galicia por el Sur) La zephyr siguió dando fallos intermitentes de combustible. Nos despedimos de Chema en Xinzo de Limia, en el lugar donde hicimos la para de avituallamiento durante la Zephyrada de Muiños, Jose y yo volvimos a casa y poníamos fin a la aventura, porque cada zephyrada supone siempre una aventura.
Por cierto, el fallo intermitente de falta de combustible se lo achacho al filtro de gasolina que le instalamos a la moto, el filtro es de gran tamaño y deja siempre una gran bolsa de aire que provoca que la moto no tenga gasolina suficiente y comience a fallar. Lo ideal es instalar un filtro pequeño de papel con boca de 6mm (que el diámetro de salida del grifo de gasolina).
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