Bo día!
Ralf, mil gracias por la organización, a ti y a todas las personas que, de una forma u otra, han ayudado a que esto fuese posible. Por ese esfuerzo e ilusión, por ese tiempo que le has dedicado y, seguro, que lo has tenido que restar a tu entorno personal. Quienes habéis organizado alguna, lo sabéis muy bien.
Cuantos recuerdos y cuantas vivencias, cierro los ojos y todavía estoy allí, y mi cuerpo molido y, todavía, con la forma de la Mary Lou, como los muñecos de las motos de juguete de los 80, me recuerda que sarna con gusto no pica.
Fue un placer volveros a ver, a los de siempre, pilares fundamentales del foro, y a los nuevos, que aportáis ilusión y energías renovadas, para que esto continúe.
Sensaciones... pues desde que termina Asturies 2018, ya peleando, negociando, en el trabajo las vacaciones para tener "el fin de semana anterior a San Juan" disponible para la Gran Zephyrada. La otoñal, que te recarga las pilas... y ya por fin llega junio, la moto conmigo unos días antes para retocarla y ponerla a punto para el gran viaje. Sólo bajar al garaje y verla allí, esperando a que la cargue de equipaje, me hace sonreir.
Tetris con la ropa, esto sí, esto no, bueno, mejor sí, por si acaso, venga, no, que malo será...
Llega el día de zarpar y al encuentro de J55 son esos 150 km de rodar solo, con tus pensamientos y tu sonrisa bajo el casco y ruido del motor, el viento y el paisaje.
Ya con Juan, dos motos, dos compañeiros, esa 550 en el retrovisor o abriendo camino avante toda... disfrutando del viaje, y como buenos galegos, de una buena comida. J55 se curró una buena ruta hasta los dominios de Agáricus. Nos vino a buscar a la entrada del laberinto para guiarnos hasta su guarida...
Wow baby!! Qué bien se estaba allí, qué tranquilidad y reposo después de 11 horas sobre la moto... Agáricus nos cuidó como a sus hijos, un anfitrión excepcional.
Al día siguiente, al encuentro de los demás meseteros, fue el momento de mayor estrés, bordeando Madrid, autovías, coches por cualquier carril y a cualquier velocidad, diablos sobre ruedas... no me llegaban los espejos ni el giro del cuello para mantener rumbo, seguir al de delante y no perder al de atrás...
Ya con todo el grupo de 9 motos y fuera del torrente circulatorio madrileño, nos pusimos de camino a Mutxamel, disfrutando de curvas, paisajes, adelantamientos y la estampa de las Zephyr alineadas tomando las curvas como una serpiente, en ocasiones de forma espectacular.
Casi once horas sobre la moto después, la llegada al recinto zephyrero, con su cartel y todo. La emoción de llegar y ver que te están esperando, que alguien pone una cerveza fría en tu mano, saludos, presentaciones, piscina...
Momentazos. La cena fría deliciosa, picas aquí, charlas con unos, vas a por una cerveza, hablas con otros... reencuentros, sonrisas, felices.
El sábado nos vamos a desayunar a la playa a un bar de motos que nos recibe a ritmo de Chuck Berry. Comida a fartar, buena música y la estampa de las Zephyr mirando al mar con la arena a 10 metros.
Más tarde la foto, con las motos rodando por el paseo, hasta un rincón donde posaron. Decir que Eduph intentó retirar su moto pero no fue posible al quedar atrapado entre tanta Zephyr, que llegaban y llegaban...
Ruta estupenda en la que disfrutamos curveando y viendo mar y montaña. Lástima la caída de Agáricus, susto al ver los colectores mirando al cielo y alivio de verlo levantar y saber que está bien, al margen de los dolores propios y por la ZR. Y pena la batería de la moto de Rafa que les privó de la ruta, pero que les abrió el apetito a repetir Zephyrada.
Paella espectacular y cocinera encantadora, tertulia, piscina, clases de pulido, ajustes y contemplación a las motos... una buena tarde que daría paso a una gran noche...
Se estaba preparando una bacanal de carne a la brasa, y escuchábamos de fondo a una voz femenina interpretando clásicos de Aretha Franklin, Etha James o más actuales de Amy Winehouse, una delicia.
La cena, una pasada, rica y abundante, su buena dosis de tertulia y sobremesa, que dieron paso a la entrega de trofeos y las fotos de todos aquellos que comparten cierto número de asistencias. Momentos tradicionales de todas las quedadas que tanto nos gustan.
Las copas fueron dando paso a las primeras despedidas, pues muchos madrugaban. Momentos tristes que se olvidan si pensamos todo lo que disfrutamos juntos esos días y que ya falta menos para la siguiente.
Domingo de resaca zephyrera, empaquetando todo de nuevo, esta vez con resignación y sin ganas, ritual de engrase de cadenas, relleno de aceites y últimos ajustes.
Despedida de los que quedan, abrazos y buenos deseos para el año que queda por delante.
Los tres galaicos deshacemos la diagonal que nos lleva a nuestro recuncho, intercalando autovías y Ns. Rubalkjet nos guía y nosotros controlamos su velocidad, ya que no tiene cuentakm.
Tras la primera parada, por una descoordinación en los repostar , casi perdemos a Juan, que siguió camino adelante en busca nuestra, estando mosotros todavía tomando café en la Estación de Servicio.
Reencontrados 50 km más adelante, seguimos entrando y saliendo de la autovía, disfrutando de tramos como el embalse del Burguillo donde Rubalkjet saca todo el partido a su dama blanca.
Aguilas y culebras nos escoltaban hasta Salamanca, casi ya de noche y con la bichería amenazando con cruzarse en nuestro camino, llegamos al hostal con un gran recibimiento y atención por parte del personal, con ambiente de fiesta. Otras 12 horas sobre las motos... Las cervezas de ese momento supieron a gloria y las que tomamos después, con los últimos ajustes de la moto de Rubal, lo mismo. La moto quedó afinada como un piano Steinway. Charla nocturna desde el balcón, contemplando esas japonesas que tanto nos unen, y a descansar.
El último día, tras un buen desayuno buffet en el hostal, nos hicimos el tramo final con más calma, sin renunciar a las curvas ni al churrasco de cachena.
Nos despedimos en Xinzo con ganas de otra anual, previa otoñal.
Os dejo algunas fotos, de poca calidad, pero que siempre traen buenos recuerdos.
Gracias a todos. Quiero más y más.