01-01-2011, 07:05 PM
Me gustan los primeros de enero. Suelo levantarme antes que la mayoría de mis compatriotas y disfruto de esas dos o tres horas en las que pareces tener el país para ti solo y aún no ha ocurrido nada malo.
Tenía pensado coger la moto desde temprano pero me dio cosa despedirme de mi somnolienta Santa con un beso pero dejarle todos los platos sucios de la cena, así que me preparé un café y empecé el año con Springsteen como banda sonora y fregando la vajilla.
No tenía precisamente muchos SMS de felicitación en el móvil cuando lo encendí (¿para qué engañarnos?) pero contesté a uno de I. y tiré para su casa.
Conozco a I. desde que, hace años, le vendí una moto por 100 ?. Muchas piezas de mi vieja Honda NX funcionan aún en la suya porque a él lo que le gusta es la restauración. Envidio su capacidad para los trabajos finos, la paciencia y constancia que emplea y, sobre todo, su garaje.
Año nuevo, motos viejas.
Una Zephyr del 93, una Honda NX del 92, una Montesa Kenia y una Impala del 66.
No salen en la foto una Bultaco Mercurio, una Lambretta, una Bultaco de campo y una Peugeot de más de 40 años. Algunas de ellas eran verdaderos montones de oxido antes de resucitar. Su padre sonríe al ver la nueva vida de motos que un día fueron suyas.
Con un cielo gris y amenazando lluvia cogimos la carretera. Ahí la vieja Montesa Kenia puso las cartas boca arriba y demostró la rabia que aún guarda su pequeño motor de 175 cc. Enlazó alegremente una curva tras otra los 20 kilómetros que nos separaban de Tarifa. Sus 80/90 kmh son algo poco ahora pero en las carreteras de su tiempo Alfredo Landa tuvo que divertirse un montón.
Sin tráfico en la carretera, llegamos rápidamente a Tarifa y desmontamos para la sesión de fotos. . Hoy tuvimos la suerte de tener un día gris con el mar bastante picado. Muy bonito.
¿No había una que andaba buscando a Jacks?
En el malecón que llega a la Isla de Tarifa tenemos el Mediterráneo a un lado y al otro el Atlántico. La isla en sí no es accesible para el público. Ha pasado de ser un recinto militar a un centro de internamiento de extranjeros. El sitio, sin embargo es espectacular.
[/URL]
Hacíamos bromas acerca la Montesa de I. aún sin restaurar exteriormente y que parecía seguir la escuela de los Wrench Monkees. Óxido por fuera pero con un motor potente. En eso estábamos cuando la rodearon un grupo de guiris y todos se tiraron fotos con ella.
- Typical spanish!- decían
- Year sixty six ?decíamos
La lluvia dejó de ser una amenaza y se convirtió en una realidad.
En el camino de vuelta me volví a asombrar de la mala leche que puede tener la Kenia. Eso es una caferacer y lo demás son cuentos. Tengo que reconocer que me costaba trabajo seguirlo mientras culebreábamos pendiente abajo de camino a casa. I. me había advertido antes de salir de que iba a notar un olor racing si conducía detrás suyo porque cuando llegué a su casa lo había pillado preparando la mezcla con la que iba a llenar el tanque y llevaba no sé qué aceite de competición de 25 ? el litro. Yo me tomé las cosas con calma tras él y me dediqué a respirar con gusto los efluvios de su escape. Me trasladaron treinta años atrás porque olían igual que la mezcla de alcohol y aceite de ricino que quemaban los motores de aeromodelismo de aquel mi entonces. Puro momento magdalena, vaya.
Paramos a medio camino. Normalmente desde este mirador se ve perfectamente la costa de África pero hoy el día tenía una belleza diferente. Nórdica.
De nuevo en casa de I. Descubrimos lo que parece el principio de una bella historia de amor. Amor grasiento y con olor a combustible. ¡Mola!
Bikes in love.
Ya en mi casa.
Hace tiempo que le tenía ganas a la moto del vecino. Es un pepino. Todo lleno de cinta aislante y pintado a brocha pero un pepinaco.
...........................................................................KonieÇ .................................................................
Tenía pensado coger la moto desde temprano pero me dio cosa despedirme de mi somnolienta Santa con un beso pero dejarle todos los platos sucios de la cena, así que me preparé un café y empecé el año con Springsteen como banda sonora y fregando la vajilla.
No tenía precisamente muchos SMS de felicitación en el móvil cuando lo encendí (¿para qué engañarnos?) pero contesté a uno de I. y tiré para su casa.
Conozco a I. desde que, hace años, le vendí una moto por 100 ?. Muchas piezas de mi vieja Honda NX funcionan aún en la suya porque a él lo que le gusta es la restauración. Envidio su capacidad para los trabajos finos, la paciencia y constancia que emplea y, sobre todo, su garaje.
Año nuevo, motos viejas.
Una Zephyr del 93, una Honda NX del 92, una Montesa Kenia y una Impala del 66.
No salen en la foto una Bultaco Mercurio, una Lambretta, una Bultaco de campo y una Peugeot de más de 40 años. Algunas de ellas eran verdaderos montones de oxido antes de resucitar. Su padre sonríe al ver la nueva vida de motos que un día fueron suyas.
Con un cielo gris y amenazando lluvia cogimos la carretera. Ahí la vieja Montesa Kenia puso las cartas boca arriba y demostró la rabia que aún guarda su pequeño motor de 175 cc. Enlazó alegremente una curva tras otra los 20 kilómetros que nos separaban de Tarifa. Sus 80/90 kmh son algo poco ahora pero en las carreteras de su tiempo Alfredo Landa tuvo que divertirse un montón.
Sin tráfico en la carretera, llegamos rápidamente a Tarifa y desmontamos para la sesión de fotos. . Hoy tuvimos la suerte de tener un día gris con el mar bastante picado. Muy bonito.
¿No había una que andaba buscando a Jacks?
En el malecón que llega a la Isla de Tarifa tenemos el Mediterráneo a un lado y al otro el Atlántico. La isla en sí no es accesible para el público. Ha pasado de ser un recinto militar a un centro de internamiento de extranjeros. El sitio, sin embargo es espectacular.
[/URL]
Hacíamos bromas acerca la Montesa de I. aún sin restaurar exteriormente y que parecía seguir la escuela de los Wrench Monkees. Óxido por fuera pero con un motor potente. En eso estábamos cuando la rodearon un grupo de guiris y todos se tiraron fotos con ella.
- Typical spanish!- decían
- Year sixty six ?decíamos
La lluvia dejó de ser una amenaza y se convirtió en una realidad.
En el camino de vuelta me volví a asombrar de la mala leche que puede tener la Kenia. Eso es una caferacer y lo demás son cuentos. Tengo que reconocer que me costaba trabajo seguirlo mientras culebreábamos pendiente abajo de camino a casa. I. me había advertido antes de salir de que iba a notar un olor racing si conducía detrás suyo porque cuando llegué a su casa lo había pillado preparando la mezcla con la que iba a llenar el tanque y llevaba no sé qué aceite de competición de 25 ? el litro. Yo me tomé las cosas con calma tras él y me dediqué a respirar con gusto los efluvios de su escape. Me trasladaron treinta años atrás porque olían igual que la mezcla de alcohol y aceite de ricino que quemaban los motores de aeromodelismo de aquel mi entonces. Puro momento magdalena, vaya.
Paramos a medio camino. Normalmente desde este mirador se ve perfectamente la costa de África pero hoy el día tenía una belleza diferente. Nórdica.
De nuevo en casa de I. Descubrimos lo que parece el principio de una bella historia de amor. Amor grasiento y con olor a combustible. ¡Mola!
Bikes in love.
Ya en mi casa.
Hace tiempo que le tenía ganas a la moto del vecino. Es un pepino. Todo lleno de cinta aislante y pintado a brocha pero un pepinaco.
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