02-06-2011, 10:06 PM
He estado varias veces en Ronda. Es una ciudad monumental llena de viejas iglesias, casas de gruesos muros y señorones que te apabullan a base de respetabilidad y Mercedes. Pero hace ya tiempo que, a menudo, las cosas, las externas, me refiero, las veo, las entiendo y las disfruto más en los documentales de la 2 que en la realidad. Siempre he sentido eso allí.
Verdaderamente el Tajo es digno de ver pero siempre que he estado me llamaron más la atención las huertas y pequeños cortijos, los sembrados y los campos de almendros que se dominan desde allí arriba y que acaban difuminándose a la vista al final de una extensa vega. Siempre acababa con la vaga intención de volver y encontrar el camino para ver el Tajo desde allí abajo, lejos del bullicio de una mañana de domingo y de los cientos de visitantes.
La primera parada fue en las afueras de Jimena. Su castillo musulmán es otro sitio cuya historia en un libro es más interesante que la visita de los cuatro muros que sobreviven.
A estas alturas aún no tenía decidido si rodar hacia Ubrique y tirarme una foto en la puerta de Ambiciones o dirigirme a Ronda. Ambas carreteras son bastante ratoneras y exigen una conducción bastante técnica y una moto en condiciones.
Me decidí por Ronda.
Los almendros floridos (o lo que quiera que fuesen) y el gran número de motos todo el camino anunciaban la primavera.
Territorio R, en cualquier caso
Después de pasar Gaucín seguimos ganando altura y el paisaje se vuelve de roca desnuda. Me gustan esos paisajes de caliza. En mi tierra no sé si hay muchos pero sí en mi infancia. Esto es el puerto de Encinas borrachas. De aquí a Ronda es casi todo en bajada (o la calidad de la carretera así lo hace parecer)
Ronda
No hay pérdida. La carretera lleva directamente a la calle principal y ésta pasa por encima del Tajo. No es posible dejar la moto en ninguna parte así que no hay foto porque no paré y me puse a buscar la forma de perder altura y buscar el fondo del valle.
Deje la moto extramuros y empecé a caminar rodeando la ciudad.
Tuvo que ser un sitio casi inexpugnable en tiempos de las guerras moras
Éste no es el que buscaba:
En esta parte baja de la ciudad, a la vera del río, hay unos baños árabes, varios molinos y, que yo haya visto, los restos de tres torreones de, digo yo, una muralla más antigua que la que se conserva en la parte alta del pueblo.
Hay un camino enlosado que parece rodear toda la ciudad y la lógica me decía que era la dirección correcta pero que, por más que caminaba, no parecía llegar a donde yo quería.
Di media vuelta y pregunté a un hombre que no me había dejado pasar sin saludar.
Al menos conseguí que me orientara pero en los cien metros escasos que caminamos juntos me habló de Zapatero; de la Merckel (decía que tenía pinta de haber estado retirando escombros en Berlín en el '45 por una escudilla de comida); de la cantidad de legionarios que habían muerto en Sidi Ifni y del cabrón de Franco que no había dimitido; de lo mal que seguro estaban las cosas en Asturias también y de que lo que llevaba en unos calderos era para las gallinas porque los conejos daban enfermedades.
Lo más surrealista fue el siguente dialogo:
-¿Y dónde has dejado la moto?
-Junto a los baños arabes.
-¡Buena moto, vaya que sí!
Volví a montar en la moto y por un camino que en tiempos de Justiniano XVII tuvo que ser una vía principal empece a acercarme a mi objetivo.
Hay en Barcelona un edificio parecido a esto:
Y en el Tibesti arcos naturales como éste. Me gusta.
Pero todo esfuerzo tiene su recompensa:
A esas horas el sol pegaba y yo todavía llevaba puesto el verdugo, el casco y toda la ropa de cuero. Me estaba asando como un pollo así que me lo quité todo y me tiré en en lñado del camino disfrutando del frescor de la tierra húmeda en la espalda y del silencio.
No fuí capaz de sacar una panorámica en condiciones
Me volví a vestir para que un amable senegalés que andaba por allí me sacara una foto.
El dedo del senegalés:
El hombre no tenía ni pajolera idea de si el camino acababa por salir de nuevo al asfalto así que seguí para adelante sin estar muy seguro de a dónde iba.
Momento Broke Back Mountain. La primavera se ventea.
Empezaba a dudar de que fuera bien encaminado.
Pero la historia tuvo final feliz.
Verdaderamente el Tajo es digno de ver pero siempre que he estado me llamaron más la atención las huertas y pequeños cortijos, los sembrados y los campos de almendros que se dominan desde allí arriba y que acaban difuminándose a la vista al final de una extensa vega. Siempre acababa con la vaga intención de volver y encontrar el camino para ver el Tajo desde allí abajo, lejos del bullicio de una mañana de domingo y de los cientos de visitantes.
La primera parada fue en las afueras de Jimena. Su castillo musulmán es otro sitio cuya historia en un libro es más interesante que la visita de los cuatro muros que sobreviven.
A estas alturas aún no tenía decidido si rodar hacia Ubrique y tirarme una foto en la puerta de Ambiciones o dirigirme a Ronda. Ambas carreteras son bastante ratoneras y exigen una conducción bastante técnica y una moto en condiciones.
Me decidí por Ronda.
Los almendros floridos (o lo que quiera que fuesen) y el gran número de motos todo el camino anunciaban la primavera.
Territorio R, en cualquier caso
Después de pasar Gaucín seguimos ganando altura y el paisaje se vuelve de roca desnuda. Me gustan esos paisajes de caliza. En mi tierra no sé si hay muchos pero sí en mi infancia. Esto es el puerto de Encinas borrachas. De aquí a Ronda es casi todo en bajada (o la calidad de la carretera así lo hace parecer)
Ronda
No hay pérdida. La carretera lleva directamente a la calle principal y ésta pasa por encima del Tajo. No es posible dejar la moto en ninguna parte así que no hay foto porque no paré y me puse a buscar la forma de perder altura y buscar el fondo del valle.
Deje la moto extramuros y empecé a caminar rodeando la ciudad.
Tuvo que ser un sitio casi inexpugnable en tiempos de las guerras moras
Éste no es el que buscaba:
En esta parte baja de la ciudad, a la vera del río, hay unos baños árabes, varios molinos y, que yo haya visto, los restos de tres torreones de, digo yo, una muralla más antigua que la que se conserva en la parte alta del pueblo.
Hay un camino enlosado que parece rodear toda la ciudad y la lógica me decía que era la dirección correcta pero que, por más que caminaba, no parecía llegar a donde yo quería.
Di media vuelta y pregunté a un hombre que no me había dejado pasar sin saludar.
Al menos conseguí que me orientara pero en los cien metros escasos que caminamos juntos me habló de Zapatero; de la Merckel (decía que tenía pinta de haber estado retirando escombros en Berlín en el '45 por una escudilla de comida); de la cantidad de legionarios que habían muerto en Sidi Ifni y del cabrón de Franco que no había dimitido; de lo mal que seguro estaban las cosas en Asturias también y de que lo que llevaba en unos calderos era para las gallinas porque los conejos daban enfermedades.
Lo más surrealista fue el siguente dialogo:
-¿Y dónde has dejado la moto?
-Junto a los baños arabes.
-¡Buena moto, vaya que sí!
Volví a montar en la moto y por un camino que en tiempos de Justiniano XVII tuvo que ser una vía principal empece a acercarme a mi objetivo.
Hay en Barcelona un edificio parecido a esto:
Y en el Tibesti arcos naturales como éste. Me gusta.
Pero todo esfuerzo tiene su recompensa:
A esas horas el sol pegaba y yo todavía llevaba puesto el verdugo, el casco y toda la ropa de cuero. Me estaba asando como un pollo así que me lo quité todo y me tiré en en lñado del camino disfrutando del frescor de la tierra húmeda en la espalda y del silencio.
No fuí capaz de sacar una panorámica en condiciones
Me volví a vestir para que un amable senegalés que andaba por allí me sacara una foto.
El dedo del senegalés:
El hombre no tenía ni pajolera idea de si el camino acababa por salir de nuevo al asfalto así que seguí para adelante sin estar muy seguro de a dónde iba.
Momento Broke Back Mountain. La primavera se ventea.
Empezaba a dudar de que fuera bien encaminado.
Pero la historia tuvo final feliz.