02-12-2018, 09:54 PM
(Última modificación: 02-12-2018, 10:00 PM por fumedecarozo.)
Hay más... este hombre es mejor que una revista.
Bueno, pues hoy ha sido mi segundo día de idilio con la Z. Lo que explico a continuación no tiene ningún rigor y no sirve para mucho, porque todavía estoy obnubilado por la novedad, pero os cuento mis impresiones, muy determinadas por que vengo de una antigua maxinaked de 255 kg.
Básicamente la sensación es que me he pasado al ciclismo. Controlo la moto prácticamente con la mente. Con la Yamaha, afrontar una rotonda era todo un proceso de cálculo de centro de masas y de movimiento de cuerpo y manillar. Con la Kawa cada rotonda es un tiovivo, antes de pensar nada la glorieta ya te ha escupido a velocidad de vértigo y tú sales con una sonrisa.
Cuando llegabas a una curva con la XJR te preparabas, hacías puntualmente los deberes, los presentabas y la moto te los corregía con severidad, siempre con la sensación de suspender en cualquier momento. Con la Kawa parece que su marcha natural siempre sea inclinada. Pliega con una naturalidad y una soltura que dan ganas de ir haciendo eses en recta. Diría que nació inclinada en la cadena de producción. Ese manillar ancho tan cercano, esa posición al ataque, esa nada en los bajos que invita a acercarlos al suelo... un juguete.
Por contra, la Yamaha era el sofá de mi casa. Cómo valoro su asiento ahora. Y sus supensiones, que aunque bamboleaban un poco cuando bailábamos rock'n roll, eran una alfombra mágica en firmes irregulares. La Kawa no es incómoda, el asiento es humano y las suspensiones absorben los baches, pero el tarado es más deportivo. Ese mismo que te hace afrontar las curvas con una confianza que da asco. Cuando inclinado te encuentras un bache, la máquina se lo come sin pestañear y sin modificar un ápice la trazada. Ahí te enteras de lo que llevas.
Hoy he llevado paquete por primera vez, a mi hijo que es más grande que yo. He aumentado la precarga (qué lujo el pomo de öhlins, no necesito ESA) y oye, que me ha gustado. Confirmo del todo que no es moto para largas tiradas a dúo, pero sí es bastante cumplidora para rutas cortas e incluso medias en pareja. Las suspensiones se han comportado fenomenal, y el pasajero, a pesar de que no tiene asidero (se le puede poner), cae en el asiento de una forma bastante natural de manera que no tiene ni que agarrarse casi. Ayuda mucho que esta moto tiene un freno motor menos acusado que la Yamaha, de forma que cuando sueltas gas no impulsa al pasajero hacia delante. Puedes conducir muy suave, con un embrague blandísimo muy fácil de dosificar, lo que hace que la experiencia para el copiloto sera agradable si tienes cuidado. No se ha quejado del asiento, y a mí me ha gustado.
Al margen de en las curvas, donde más he ganado ha sido en el manejo en parado. La aparco en el garaje empujando con los dedos. Me subo y me bajo sin ningún cuidado y sin sobre esfuerzos. Además, la posición de conducción, la altura del asiento y el manillar bajo y ancho, dan la sensación de moto de campo cuando la conduces a baja velocidad. Te atreves a meterte por casi cualquier sitio.
Y finalmente el motor. La Yamaha equipa una bestia antediluviana, una central productora de par motor, pesada y musculosa. Pero el motor de la Kawasaki es de la nueva generación, esa que mira por encima del hombro a sus mayores y con la mitad de gasto consigue más y más rápido. Esa generación que jubila a la anterior. Era difícil, pero no añoro el motor de la XJR.
Resumiendo, tengo la misma o más energía con mucho menos peso y con más sonido. La suavidad típica de la especialidad japonesa aderezada con un cambio súper amigable (el de la Yamaha era más tosco), un nervio que da miedo y una banda sonora que enseguida te pone en situación. El sonido de la Yamaha era agradable, pero esto es directamente música. El Akra se queda en la tienda.
Bueno, como veis son las palabras de un enamorado insensato, con el cerebro a bajas vueltas o directamente desconectado. No me hagáis mucho caso y no me lo tengáis en cuenta, espero despertar cuanto más tarde mejor.
Bueno, pues hoy ha sido mi segundo día de idilio con la Z. Lo que explico a continuación no tiene ningún rigor y no sirve para mucho, porque todavía estoy obnubilado por la novedad, pero os cuento mis impresiones, muy determinadas por que vengo de una antigua maxinaked de 255 kg.
Básicamente la sensación es que me he pasado al ciclismo. Controlo la moto prácticamente con la mente. Con la Yamaha, afrontar una rotonda era todo un proceso de cálculo de centro de masas y de movimiento de cuerpo y manillar. Con la Kawa cada rotonda es un tiovivo, antes de pensar nada la glorieta ya te ha escupido a velocidad de vértigo y tú sales con una sonrisa.
Cuando llegabas a una curva con la XJR te preparabas, hacías puntualmente los deberes, los presentabas y la moto te los corregía con severidad, siempre con la sensación de suspender en cualquier momento. Con la Kawa parece que su marcha natural siempre sea inclinada. Pliega con una naturalidad y una soltura que dan ganas de ir haciendo eses en recta. Diría que nació inclinada en la cadena de producción. Ese manillar ancho tan cercano, esa posición al ataque, esa nada en los bajos que invita a acercarlos al suelo... un juguete.
Por contra, la Yamaha era el sofá de mi casa. Cómo valoro su asiento ahora. Y sus supensiones, que aunque bamboleaban un poco cuando bailábamos rock'n roll, eran una alfombra mágica en firmes irregulares. La Kawa no es incómoda, el asiento es humano y las suspensiones absorben los baches, pero el tarado es más deportivo. Ese mismo que te hace afrontar las curvas con una confianza que da asco. Cuando inclinado te encuentras un bache, la máquina se lo come sin pestañear y sin modificar un ápice la trazada. Ahí te enteras de lo que llevas.
Hoy he llevado paquete por primera vez, a mi hijo que es más grande que yo. He aumentado la precarga (qué lujo el pomo de öhlins, no necesito ESA) y oye, que me ha gustado. Confirmo del todo que no es moto para largas tiradas a dúo, pero sí es bastante cumplidora para rutas cortas e incluso medias en pareja. Las suspensiones se han comportado fenomenal, y el pasajero, a pesar de que no tiene asidero (se le puede poner), cae en el asiento de una forma bastante natural de manera que no tiene ni que agarrarse casi. Ayuda mucho que esta moto tiene un freno motor menos acusado que la Yamaha, de forma que cuando sueltas gas no impulsa al pasajero hacia delante. Puedes conducir muy suave, con un embrague blandísimo muy fácil de dosificar, lo que hace que la experiencia para el copiloto sera agradable si tienes cuidado. No se ha quejado del asiento, y a mí me ha gustado.
Al margen de en las curvas, donde más he ganado ha sido en el manejo en parado. La aparco en el garaje empujando con los dedos. Me subo y me bajo sin ningún cuidado y sin sobre esfuerzos. Además, la posición de conducción, la altura del asiento y el manillar bajo y ancho, dan la sensación de moto de campo cuando la conduces a baja velocidad. Te atreves a meterte por casi cualquier sitio.
Y finalmente el motor. La Yamaha equipa una bestia antediluviana, una central productora de par motor, pesada y musculosa. Pero el motor de la Kawasaki es de la nueva generación, esa que mira por encima del hombro a sus mayores y con la mitad de gasto consigue más y más rápido. Esa generación que jubila a la anterior. Era difícil, pero no añoro el motor de la XJR.
Resumiendo, tengo la misma o más energía con mucho menos peso y con más sonido. La suavidad típica de la especialidad japonesa aderezada con un cambio súper amigable (el de la Yamaha era más tosco), un nervio que da miedo y una banda sonora que enseguida te pone en situación. El sonido de la Yamaha era agradable, pero esto es directamente música. El Akra se queda en la tienda.
Bueno, como veis son las palabras de un enamorado insensato, con el cerebro a bajas vueltas o directamente desconectado. No me hagáis mucho caso y no me lo tengáis en cuenta, espero despertar cuanto más tarde mejor.