Uno pequeño que Grac colgó en el wasap
Quince minutos de espera aséptica en la frontera de Tánger Med y vía libre.
"Algo que declarar? Lleváis un dron?" Eso fue, aparentemente, todo.
500 kilómetros hasta Beni Mellal, casi todos por autovia. Moderna pero sin pasarse. Gente y animales por los bordes pero afortunadamente los burros deben encontrar igual de verdes ambos lados y no demostraron mayor interés en cambiar de lado a nuestro paso.
Nos cepillamos cientos de Dacias y 205s y algún que otro Mercedaco nos puso en nuestro lugar.
No queda un rincón de tierra sin trabajar y los cultivos se pierden en la distancia gris y acuática. Las despensas de las casas, con permiso del Mercadona, deberían estar a rebosar. Aunque, quién sabe, hubo un campo que nos pareció al pasar, lleno de trapos de colores o bolsas de basura. Espero que el patrón de ese campo no tenga la misma impresión al ver a las decenas de sus jornaleros desperdigados entre la cosecha.
Gente y gente caminando bajo la lluvia sin nada a la vista por delante ni por detrás. Según oscurecía estaba claro que volvían a un hogar que a pie no podía sino estar lejos. El ropón hasta los pies y la capucha alargaba sus figuras y les daba un aire triste. Alguno levantaba la mano con la desgana que da la costumbre pero la mayoría caminaba y caminaba. Nosotros a todo gas.
Un tramo intermedio de carretera convencional y atravesando varios pueblos fue el primer contacto con, con perdón de la palabra, el subdesarrollo económico. Travesías enlodadas y como si la carretera de Valencia pasara por mitad del mercadillo. La vida en la calle. La economía más primaria extendida donde quizá un día haya aceras. El carnicero, el que cambia neumáticos, la farmacia, el de los chicles.... Todo a lo largo de la carretera y envuelto en el humo de carne a la parrilla y el olor a puestos de comida. Un poco de dinero y todo lo que pueda necesitar un guiri motorista está ahí.
Primer día y ya faltamos al primer mandamiento... "No se os ocurra conducir de noche, es peligrosísimo", nos habían advertido.
Ese día al menos no nos encontramos con ningún burro kamikaze.
Volvimos a conducir de noche llegando a Xaouen la última noche. Es complicado cumplir horarios.
Quince minutos de espera aséptica en la frontera de Tánger Med y vía libre.
"Algo que declarar? Lleváis un dron?" Eso fue, aparentemente, todo.
500 kilómetros hasta Beni Mellal, casi todos por autovia. Moderna pero sin pasarse. Gente y animales por los bordes pero afortunadamente los burros deben encontrar igual de verdes ambos lados y no demostraron mayor interés en cambiar de lado a nuestro paso.
Nos cepillamos cientos de Dacias y 205s y algún que otro Mercedaco nos puso en nuestro lugar.
No queda un rincón de tierra sin trabajar y los cultivos se pierden en la distancia gris y acuática. Las despensas de las casas, con permiso del Mercadona, deberían estar a rebosar. Aunque, quién sabe, hubo un campo que nos pareció al pasar, lleno de trapos de colores o bolsas de basura. Espero que el patrón de ese campo no tenga la misma impresión al ver a las decenas de sus jornaleros desperdigados entre la cosecha.
Gente y gente caminando bajo la lluvia sin nada a la vista por delante ni por detrás. Según oscurecía estaba claro que volvían a un hogar que a pie no podía sino estar lejos. El ropón hasta los pies y la capucha alargaba sus figuras y les daba un aire triste. Alguno levantaba la mano con la desgana que da la costumbre pero la mayoría caminaba y caminaba. Nosotros a todo gas.
Un tramo intermedio de carretera convencional y atravesando varios pueblos fue el primer contacto con, con perdón de la palabra, el subdesarrollo económico. Travesías enlodadas y como si la carretera de Valencia pasara por mitad del mercadillo. La vida en la calle. La economía más primaria extendida donde quizá un día haya aceras. El carnicero, el que cambia neumáticos, la farmacia, el de los chicles.... Todo a lo largo de la carretera y envuelto en el humo de carne a la parrilla y el olor a puestos de comida. Un poco de dinero y todo lo que pueda necesitar un guiri motorista está ahí.
Primer día y ya faltamos al primer mandamiento... "No se os ocurra conducir de noche, es peligrosísimo", nos habían advertido.
Ese día al menos no nos encontramos con ningún burro kamikaze.
Volvimos a conducir de noche llegando a Xaouen la última noche. Es complicado cumplir horarios.